#Innovación y #madurescencia: abandonando la zona de confort

Las verdaderas batallas se libran en el interior - Sócrates




Tecnomadura y wikinómica, invento palabros para definir mis nuevos hábitos. Cambiar una costumbre, un hábito, es más costoso que crear una nueva rutina. Desaprender es más arduo que entrar en terrenos ignotos por primera vez. Mi móvil sigue siendo un teléfono primordialmente, y mi ordenador una sofisticadísima máquina de escribir, pero máquina de escribir al fin.


Google se ha convertido en una extensión de mi memoria y en medio de la invasión de lo "smart" (cities, TV, phone, car, board...) echo de menos personas "smart" que usen con criterio de esas herramientas llamadas "inteligentes".


Y es que desde la soledad de mi relación con las pantallas, a menudo me pregunto si todo esto no será más que un espejismo, una forma de alejarme de la ocupación de los espacios públicos donde antes charlaba incluso con desconocidos.


¿Soy más dócil si estoy permanentemente conectada? Si te hablo desde una pantalla no te miro a los ojos, no siento tu palpitar y puedo moverme sin miedo por el terreno de la suposición y la fantasía.


Pero dicen que ya no se liga por internet. Que ocupamos nuestro tiempo en seguir a las marcas y posicionar a nuestra empresa... ¿quién realizará los sesudos estudios sobre el uso de internet? Al parecer, un tímido poco sociable.






Hay que volver a la calle. No reniego de esos paseos por pantallas ajenas, ni de las posibilidades de escaparates como Facebook o Twitter, pero hay que volver al cuerpo a cuerpo, hay que lanzarse de nuevo a la arena a batir el cobre con los nuevos hábitos adquiridos con el uso de internet y desvirtualizar, abrazar, arrimar el hombro, partir el pan, brindar mirándose a los ojos...


La innovación pasa por la reinvención de las buenas costumbres.





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